Había una vez un ingeniero con mucha experiencia a sus espaldas que fue llamado para arreglar una máquina extremadamente compleja. La empresa poseedora de la máquina había probado solucionar la avería con varios técnicos, sin éxito.

El ingeniero, tras revisar detenidamente la máquina, procedió a sacar un destornillador y apretó con un par de vueltas más un minúsculo tornillo. Tras eso, la máquina volvió a funcionar a la perfección.

fabula del ingeniero y el tornillo

El presidente de la compañía se mostró encantado y se ofreció a pagar la factura en el acto. Sin embargo, se sobresaltó al oír al ingeniero que el precio de la factura ascendía a 1.000 dólares:

-¿Está usted loco? ¿1.000 dólares por apretar un simple tornillo?

Gritó enfurecido el empresario, para proceder a solicitar una factura perfectamente detallada.

La factura detallada fue la siguiente:

Concepto Importe
Apretar un tornillo  1 $
Saber qué tornillo apretar  999 $
TOTAL  1.000 $

 

Esta fábula tiene su reflejo en una historia real, cuando Charles P. Steinmetz, un excéntrico ingeniero que trabajaba en General Electrics y que junto a Thomas Edison o Nikola Tesla es considerado uno de los padres de la electricidad, cobró a Henry Ford 10.000 dólares por realizar una marca de tiza en un enorme generador eléctrico averiado. La verdadera anécdota del ingeniero, el dueño de la fábrica y los 10.000 $.

Dicha marca de tiza era el punto de referencia para eliminar 16 vueltas de la bobina del generador. Henry Ford reaccionó con el mismo estupor que el empresario de la fábula, mientras que Charles P. Steinmetz detalló la factura del mismo modo. «Hacer una marca de tiza: 1 $. Saber dónde hacer la marca: 9.999 $». Una anécdota que fue contada por Jack B. Scott, hijo de un antiguo empleado de Ford, en una carta que envió a los editores de la revista Life en mayo de 1965.

Se trata de la importancia de darle valor al conocimiento y justificar esas "preguntitas" o "consultitas".